Miré hacia arriba y allí, a lo lejos, pude distinguir entre los escasos rayos de luz que se colaban por el tragaluz, cómo la silueta de un ser etéreo me miraba. Era sutil, vaporoso, casi celestial. Le rodeaba un aura de energía que se podía distinguir con inquietante facilidad. ¡¿Estaré...
Si tan sólo
Nuestras manos no se quedan quietas. Yo, intento ponerla sobre su pierna. Ella, la retira. Y se sonroja. Y yo, yo vuelvo a hacerlo. Se ríe. Me regresa a ver y clava sus ojos sobre los míos. Yo hago lo mismo. Tenemos esta manía de vernos fijamente, entrecerrando nuestros ojos...