Divido mi tiempo laboral entre tres organizaciones tan heterogéneas que si las vieses en un resumen ejecutivo no pensarías que estamos hablando del mismo grupo pero en tres países diferentes, hasta que describen sus productos.
Pero si hay un denominador común en todas ellas y en casi todas a las que he podido asesorar a lo largo de mi carrera profesional y de forma muy marcada en las áreas comerciales (A ellos me dirijo en este artículo); la vida Universitaria y la Laboral no son una cadena continua de conocimientos, es como si una parte importante de cada graduado tienen que volver a formarse desde cero una vez que entra a las compañías.
Creo que cada vez más las Universidades están haciendo un mayor esfuerzo para que el salto de la vida estudiantil no sea un shock para la nueva etapa laboral, pero estamos realmente lejos de cumplirlo. Desde la perspectiva estudiantil creamos verdaderas máquinas de gastar enfocadas en presupuestos de marketing para mega campañas de medios, audaces campañas de redes sociales e impresionantes actividades de trade marketing o actividades de guerrilla; ¿pero nadie les explica acaso que la mayor parte de las organizaciones en nuestros países poseen presupuestos de marketing ajustados a la realidad de sus niveles de ingresos actuales o potenciales (por cierto, así siempre debería ser)?, ¿Nadie les explica que para invertir primero hay que tener claro la fuente de ingresos y cómo estos financiarán las campañas que proponen?, ¿Nadie se ha dado cuenta que las mallas curriculares se basan en la efímera realidad de que la imagen de tu marca será Ronaldo?, ¿Todavía no hay una Universidad que le de más de dos créditos a la durísima realidad de pararse frente a un cliente y vender? Si, eso de decir, soy Fulano de Tal y le traigo este producto… NO, NO me interesa!!!
Comúnmente escucho a las personas quejarse de que sus empresas no invierten lo suficiente en marketing y por eso no se logra que sus marcas sean visibles o que sus ventas no despeguen y por esta razón no logran un desarrollo profesional o llegar a sus máximas capacidades. ¿Quieres que te cuente un secreto? Tu máxima capacidad la alcanzas cuando llegas a resultados excepcionales con lo que tu empresa puede darte y cuando llegas a este punto y sientes que has logrado algo excepcional, te darás cuenta nuevamente que hay que comenzar otra vez porque la competencia corre igual que tú o incluso más rápido.
Pero no solo es un problema de las Universidades y de los nuevos profesionales que se unen a la vida laboral en las áreas comerciales; también los es de las empresas en igual medida, cuando malgastamos el tiempo de los “Pasantes” en llenar formularios, completar hojas de Excel, redactar informes y mil actividades que de ninguna forma permiten ver el potencial de una persona y de determinar la posibilidad de que en un futuro pueda ser parte de la organización. Lo vemos como si fuesen eso, DE PASO y no como un verdadero proceso de reclutamiento y formación. Si las empresas utilizasen esta posibilidad que las leyes nos permiten, podríamos mejorar enormemente la velocidad de adaptación de estas personas próximas a graduarse, para convertirse en colaboradores eficientes desde el primer día que cuentan con un contrato fijo y entienden que su imagen ya no será Ronaldo, sino Juan el crack del barrio y que debo buscarme la vida para convencerlo con los recursos que tengo, pues la compañía me da lo que puede para alcanzar sus objetivos. También entender que un recién egresado no sabrá hacer las cosas con la misma eficiencia que uno que lleva cinco años en la organización o tendrá la solución a todos los problemas como si tuviese veinte años de experiencia, pero cobra poco.
Universidades, futuros colaboradores y empresas podrían hacer cosas realmente relevantes si los primeros entendiesen la necesidad de dar cátedras más cercanas a la realidad, los segundos entender mejor las realidades que viven nuestras empresas y los terceros le dedicasen un mayor tiempo a los procesos de incorporación de los nuevos colaboradores sin experiencia. Todos ganamos si entendemos que somos una cadena y no una unión de imanes que a veces se repelen y otras veces se unen, pero de forma débil.
Miguel Viniegra Delgado.
EMBA en Dirección de Empresas.
IDE Business School.