Desde que tengo memoria siempre quise tocar música, incluso cuando era niño sacaba las ollas para golpearlas con las cucharas de madera. En mi casa éramos muchos en ese entonces, vivía con mis abuelitos, dos tíos, mis papás y mi hermana. Mi sueño siempre fue ser baterista… una estrella de rock.
Con mis amigos del barrio jugábamos a ser Nirvana y nos grabábamos como si estuviéramos en concierto. Mi batería consistía en unos tarros que se usaban para lavar la ropa, como toms y los platillos eran las tapas de los tarros, las baquetas eran unos palos que sobraron de alguna construcción.
La música ha sido mi pasión desde siempre y en mi casa lo sabían. Yo no tenía instrumentos porque mis taitas no querían que yo tocara la batería porque es caro, y porque el instrumento es ruidoso y grande; no había donde ponerlo en casa. Mis abuelitos en cambio si me apoyaban, tal vez me entendían porque mi abuelito solía tocar el piano, el requinto y la guitarra en sus días. Finalmente las estrellas se alinearon y mi tío se mudó del tercer piso cuando se casó y dio espacio para poner la batería. Mi abuelita me regaló mi primera batería como regalo de grado y es intocable, por el amor que uno le tiene a los abuelos, ya está viejita pero nunca me desharé de ella.
En el colegio, cuando tenía 16 años, entré al club de música, donde conocí a Jorge y Alexis… mi profesor de música se encargó de juntarnos. Tocábamos “Back in black” de AC/DC, tocamos en los intercolegiales e hicimos una casa abierta en el colegio donde tocamos “Ironman”… Ellos eran mayores que yo y se graduaron ese año, entonces la banda se desintegró y cada uno empezó a tocar por su lado.
En el 2001, contacté a estos panas para formar una banda que se llamó “Chulla Vida”. Tocamos en colegios y en ese entonces la cruz roja organizó un concierto debajo de la cruz del Papa, donde tocamos con un grupo llamado Cacería de Lagartos. Salieron varios grupos con el mismo nombre y decidimos cambiar el nombre a Leteo, que es uno de los ríos del Hades. Grabamos un disco de diez canciones y estaba comenzando mi sueño, pero llegó la vida adulta.
Empecé a trabajar en el Banco Internacional y a estudiar en la universidad, así que ya no tuve tiempo de continuar con la banda, hasta que un 31 de Diciembre, vi que salieron en la concha acústica con otro baterista, y entendí que se había acabado. Alexis y Jorge hicieron su vida con la música en otros proyectos.
Esta pandemia fue la excusa perfecta para volvernos a reunir después de 20 años de haber formado el grupo, y retomar la pasión por la “bataca”, y este 29 de Abril, en la “Casa de la Cultura” de 10h00 a 10h30 am, volveré a tocar como si estuviera en el viejo barrio, con tarros viejos y tapas de plástico, con mis panas y Leteo…
Una de tantas historias incompletas sobre música.
Autor: Carlos Andrés Yépez