El amor de una madre por su hijo es incomparable.
El dolor de una madre por saber que su único hijo está por morir es indescriptible.
Sophie Kemp cargaba a su único hijo de ocho años dormido en su regazo. El pelo dorado que llenaba su cabecita como el amanecer, había sido arrancado de su diminuto ser debido a tantas quimioterapias sufridas. Todavía le golpean las palabras del oncólogo como un eco devastador en su cerebro, «su hijo va a morir». Cuando la ciencia y la medicina no son suficientes para seguir viviendo, ¿qué alternativa te queda?
El Jeep todo terreno seguía avanzando a paso lento pero firme dentro de la espesa selva. Dentro del transporte se encuentran, el guía al volante, una madre con la cara golpeada por el sufrimiento y por las incontables noches en vela; y en sus faldas, un niño flaco, pálido y sin pelo que duerme profundamente. Su guía es un experimentado nativo del Napo llamado Danilo. Él había conocido al Chamán Hampa muchos años atrás, cuando una serpiente había mordido a su madre. Ese día, el padre de Danilo acostó el cuerpo de su madre en la parte trasera de la camioneta de trabajo y subió a Danilo al frente. Después de media hora, y ya entrada la noche, llegaron a un claro donde se veían luces que provenían del fuego de varias antorchas dispersas alrededor del perímetro de una aldea. En ella, varias chozas erectas sobre el piso, que construidas de madera y cabuya, reflejaban sombras de varios cuerpos moviéndose sobre la noche. En la entrada un par de indígenas los recibieron y fue en este momento que Danilo descubrió algo que no sabía de su papá. El angustiado hombre intercambió un diálogo con los aborígenes en un idioma extraño y nuevo para Danilo, algo que él nunca había escuchado antes.
Debido a lo apremiante de la situación, la camioneta quedó prendida y Danilo vio a su padre salir corriendo, alzar a su esposa en los hombros y correr con ella para luego perderse dentro de la choza más grande y central. Danilo se estremeció ante toda la situación, su madre a punto de morir, él rodeado de indígenas extraños que no hablaban español y la oscura noche de la selva rondando sus pesadillas. Salió corriendo detrás de su padre. Cuando llegó a la cabaña donde habían ingresado sus padres, una luz tenue alumbraba una habitación llena de artefactos hechos a mano y de confección rarísima, y un pesado olor a palo santo. Una vez que las pupilas de Danilo se acostumbraron al nivel de luz, vio a su madre desnuda e inconsciente en el piso, pero peor aún, divisó algo que lo marcaría para siempre…
Sophie quedó embarazada muy joven, durante su segundo año de arquitectura en la universidad. Ese semestre recibía en una de sus clases, la materia de ética. El profesor de ética era recién egresado, alto, rubio y con un aire a Harrison Ford en el “arca perdida”, que irremediablemente enamoraba a todas las oyentes. A Sophie, hasta se le ocurrió escribir “me gustas” en sus párpados, tal cual escena de Indiana Jones. Sonreía por dentro a tanta ocurrencia. Por eso cuando al terminar una clase, y el profesor se acercó para preguntarle acerca del tema humanístico, ella solo pensaba en lo animalista de su ser. Fue una aventura que tuvo muchas consecuencias, el abandono de su carrera, la pelea con sus padres y el pequeño Philip.
Ella no podía creer que ese granito de sol, lleno de promesas y que hasta hace poco era nada más que un bebé, ahora estuviera a punto de desvanecerse. Philip era un niño normal, alegre, aun cuando nunca había conocido a su padre. Y fue su papá, el profesor de ética, quien le contó a Sophie acerca de Hampa. El profesor, en unos de sus viajes a lugares inhóspitos, encontró una aldea de indígenas en lo profundo de la selva ecuatoriana, que adoraban al Hampa como a un dios. El sanador y dador de vida. Contaban que este Chamán tenía poderes sobrenaturales y que hasta podía regresar a la gente del “otro lado del río”. El papá de Philip lo había visto con sus propios ojos. Y es así, que el último recurso de Sophie para salvar a su hijo ahora recae sobre este brujo.
Hampa arrancó a Phillip de los brazos de su madre, lo desnudo y lo acostó en el piso. El resto del ritual fue una escena que puede trastornar hasta al más incrédulo de los seres. Un acontecimiento similar a la que presenció el joven Danilo años atrás. Sophie sentía la presencia, no de un solo ente, sino de varios, cantando en voces y dialectos olvidados por el tiempo. Sombras negras trepando las paredes, rasguñando la madera mientras ejercían su baile demoníaco. Las antorchas de fuego crecían y consumian el oxígeno del cuarto sin piedad. Y como un trueno, un golpe de vida en el pecho de Phillip. Un rayo de energía que atravesaba su minúsculo cuerpo y que le hacían retorcer del dolor. Sophie estaba paralizada.
De regreso en el Jeep, Danilo, Sophie y Phillip se reían mientras emprendían el camino de regreso a Quito, donde les espera su vuelo a Boston. Para Sophie, todo esto era un sueño, no podía ser verdad. Tendría que hacerle exámenes para asegurarse que Phillip estaba completamente libre de cáncer, pero el hecho de que caminara y corriera solo minutos después del episodio, y verlo ahora riendo, comiéndose una banana y tan lleno de energía, le llenaban su corazón de seguridad. De repente, el Jeep redujo su velocidad hasta pararse completamente. Otra tribu indígena llenaba el camino con una procesión funeraria obstaculizando el paso. Danilo bajó la ventana y le preguntó en dialecto a uno de los indígenas qué estaba sucediendo. Era un niño de la edad de Phillip que había fallecido hace menos de una hora atrás. Los padres desconsolados gemian, lloraban y gritaban: Saqra, Saqra, Saqra.
Danilo sabía que es lo que querían decir. Mientras que hampai quiere decir sanador, el dador de vida, el Saqra es el diablo que se la lleva…
Una de tantas historias incompletas de SCI-FI. Historia 3/12.
Autor: David Carrillo
4 Comments
Interesante historia. Felicitaciones David.
Muchas gracias Miguel
Felicidades , tú narración me cautivo, creo tácitamente en lo contado.
No creo en brujas caray pero de que las hay, las hay.
jajaja en efecto. gracias por compartir!