Eran tiempos ligeros de pesadumbre, la cotidianidad del mundo nos ungía con sus buenas y malas, sin que sucumbiéramos al caos actual de la incertidumbre. Para aquel entonces nos reuníamos a la hora de almuerzo un grupo de compañeros variopintos, procedentes de diferentes países para alivianar los mediodías, contándonos historias de otras épocas donde siempre nos quedábamos con ganas de más.
“La Cacho” como ella misma se había bautizado gracias al mote que le puso aquel loco amor de sus años mozos, contaba sus cuitas, que más parecían recetas de cocina que fogosos amoríos pasionales. Contaba que, en víspera de sus 40 años, cansada de un matrimonio añejo, desgastado por los celos y después de haber dejado su tierra natal para seguir al marido hasta la Tierra Del Fuego, había tomado la firme determinación que no seguiría con esa farsa, porque ya bastante había tenido con entregar sus años de juventud y fidelidad a aquel rufián.
Con solo imaginar que en unos cuantos lustros ya no sería ni joven, ni bella y solo mascullaría su desgracia de no haber roto con aquella relación a tiempo, sin pensarlo dos veces se vio volando directo a Madrid a pasar una temporada con su hermana mayor.
Aquel viaje fue una bocanada de vida, lejos de aquella cárcel de oro de donde había escapado. Volvía a palpar la sabrosura de hacer lo que le venía en gana, sintió nuevamente que tenía sangre en las venas, que podía amar y ser amada. Por supuesto con aquello le vinieron las ganas de un revolcón.
Coqueteaba con su acento isleño. La confundían con ser de las Islas Canarias y otros con ser del Caribe. Esto solo le sirvió para sucumbir a un extremeño moruno, de complexión delgada y unos años más joven que ella, y comparado con los 10 años de más que tenía su ex-marido, harían una diferencia de más de 15 años. Además de esta diferencia, el muchacho estaba muy bien dotado, siendo poseedor de un instrumento bélico que me imagino a más de una dejó sin aliento. Mi amiga, que se deleitaba describiéndolo, decía que en su haber nunca había contado con semejante ejemplar tan perfecto, presumía de un color rosado envidiable, sin manchas ni lunares, lo cruzaba una vena fabulosa con unos pequeños afluentes que se perdían en aquel magnífico cuerpo cavernoso y para rematar, apuntaba desafiante con aquella “testa” perfecta, tan rosada como el resto, digna de exhibir en un museo de anatomía. Ella se volvió a sentir amada. Meses después ya en la convivencia, ella se entretenía aquellas tardes lujuriosas en pintarle labios y ojos, colgarle lacitos y corbatitas al “Sr. Rosado”.
Una de tantas historias incompletas de Amor. Historia 5/12
Autora: Larissa Villafuerte
12 Comments
Lari quiero leerlas todas. Un beso, cuidate mucho
Gracias por tu mensaje Tilsa.
Súper excelente!!!! Me quedé con deseo de continuar leyendo.
Gracias Luis. Recuerda que puedes leer muchas más historias todos los días.
Belleza de lenguaje prima, guarda todo con recelo que un día quisiera compartir los míos, la tía hubiera echado unas carcajadas, besitos
Gracias por tu mensaje Belkis
Desde aquel entonces el «Sr rosado» quedó prendado de tanta belleza, de tan cuerpo escultural en todo su esplendor, de la vida tan maravillosa y llena de sensaciones que jamás había vivido. Desde entonces no ha vuelto a lucir su esplendor rosado, no ha vuelto ha sentir la sensación de ser amado, no ha vuelto a ser rosado, no han vuelto a pintarle labios ni ojos, ni colgarle lacitos ni corbatitas. Desde entonces dejó de ser rosado y se convirtió en un color negruzco, aunque siempre sigue con su testa en ristre buscando ese «cacho» que tanto le dio a su vida.
¡Qué maravilla de cierre para la historia ghones!
Una historia extraordinaria, una narración muy reveladora, contada con esa gran expresividad, única y original que caracteriza a nuestra Larissa con su magnetismo y carisma tan especial. Tienes dotes de escritora fuera de serie, realmente nos quedamos enganchados para seguir tus lecturas. Así que adelante con las musas !!!!
Gracias por tu mensaje Leticia. Larissa ha escrito una gran historia llena de anécdotas y picaresca
Una historia vívida e impresionante contada con toda esa expresividad y simpatía que caracterizan a su autora. Su carisma y magnetismo se ven reflejados en esta descripción tan original que atrapa al lector, esperando con sumo desvelo el desenlace en el próximo capítulo.
Sigue adelante Lary, aquí te esperamos !!!
Gracias Leticia. Esperamos que Larissa escriba otra vez en incompanyec para que todos disfrutemos de sus historias.