Sí, es cierto. Disfruto de romperme la cabeza. No físicamente; pero, sí internamente a un nivel mental y espiritual. Estarán de acuerdo conmigo aquellos a quienes les gusta viajar y conocer nuevas culturas… pero me pregunto si estarán también de acuerdo cuando hablamos de lo que estamos viviendo en este preciso momento a nivel global, en medio de una pandemia y con el foco bien puesto sobre el tema racismo que aún está latente en todo el mundo.
Empezando en casa. Nací en una familia multi-racial, padre gringo y mamá quiteña. Sus padres, racistas. Los míos, un poco menos, pero también. Mi papá no podía creer que un negro había ganado la presidencia de EE.UU. Mi hermano y yo, en cambio, no podíamos sentir más orgullo por apoyar al primer presidente negro en EE.UU., nos daba esperanza de cambio y de un mundo más compasivo.
Crecimos en una sociedad que apoyaba la noción de no hablar de política, religión o deportes en la mesa… -y eso que mis papás decían ser “liberales hippies”- Con el tiempo me di cuenta que el mundo se estaba moviendo más rápido que sus propias creencias (para bien), pero todavía hay tanto que nos falta aprender. Y aprender no siempre se siente bien. Todos aprendemos de distintas formas. ¿Qué pasa cuando el mundo se vuelve viral en temas como el racismo? Constantemente nuestra mente y espíritu se encienden y empieza el proceso incómodo de sentir, que en muchos casos evitamos… Cortamos el proceso (bebiendo licor, introduciendo drogas al sistema, etc.) porque no queremos afrontar la realidad, o más bien NUESTRA realidad. ¿Qué significa el racismo para ti? ¿Eres racista? ¿Tus padres son racistas? ¿Cómo te hacen sentir estas preguntas? ¿Qué pasa cuando ves una película o un vídeo racista?
El proceso puede ser largo y doloroso, porque te das cuenta de cuánto en realidad desconoces, de que tu vivencia es tan distinta, tan privilegiada. ¿Qué haces en ese momento? ¿Te desconectas? ¿No quieres escuchar/leer/ver más? O, como yo, ¿disfrutas romperte la cabeza? Tu niño interior toma la rienda, te vuelves más curioso, decides en ese momento que quieres aprender más, que tienes preguntas, que quieres conversar con tu comunidad acerca de estos temas que te afectan tan profundamente, y que quieres incorporar y dar voz a esas voces que, hasta hace poco, no te dabas ni cuenta que estaban siendo silenciadas por una sociedad poco inclusiva.
Platón dijo “…la realidad es creada por la mente, pero podemos cambiar nuestra realidad al cambiar nuestra mente.”
Tienes un cuerpo; pero, TÚ no eres tu cuerpo. El Ser -quién eres/quiénes somos- es eterno, el que de verdad nunca cambia. El amor, la luz. En nuestra ignorancia, vemos al Ser de manera equivocada. Tomamos el cambio de apariencia (por ejemplo, la edad) como si fuese la verdad que nunca cambia. En lugar de decir “estoy vieja”, deberías decir “mi cuerpo está envejeciendo”. Tu cuerpo te pertenece, pero no eres tú. Lo mismo pasa con los sentimientos. Los sentimientos de la mente vienen y van. Tú en realidad no has cambiado. Por lo tanto, no se dice “estoy triste”, sino más bien “mi mente actualmente tiene pensamientos tristes”. Somos eternos. Y cuando nos podamos identificar con nosotros mismos – el ser que nunca cambia – podremos identificar el verdadero ser en otros seres vivos. Todos estamos conectados, todos somos iguales desde el núcleo. Y aunque debamos mantener distancia física en este momento, ese pensamiento me hace sentir cerca a todos ustedes.
Una de tantas historias incompletas de Mujeres. Historia 6/12
Autora: Michelle Smith
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5 Comments
Felicitaciones Michelle. Muy bien analizado el tema. Excelente historia con un gran mensaje.
Michelle gracias por tu historia, me identifico mucho con ella y voy a seguir tus sabios consejos.
Me gustó y la voy a compartir.
Gracias Gina por ayudarnos a compartir esta historia y lograr incentivar el hábito de lectura.
Muy bien me agradó, una aplicación real de Osho en su libro aprender a silenciar la mente
Gracias por tus comentarios! y gracias por compartir lectura!