¿Qué cree que los sueldos se pagan solos Anita? Necesito conseguir a Paco ya o esta oportunidad se nos va. Informe al ministro que estaré en el hospital todo el día hasta cerrar la entrega de mascarillas.
Deslizo mi dedo por el celular buscando el nombre con el que grabé su número. Tengo tantos nombres inventados que no sé qué hacía cada uno. No importa me respondo y leo rápido los que salen en la pantalla mientras me convenzo de que seguro me acuerdo de quién era si lo leo de corrido. Deslizo el dedo sobre la pantalla de forma rápida y leo “Ana Comp”, me paro a pensar y recuerdo que es la flaca que consigue las firmas del juez. Sigo deslizando el dedo y aparece “Trumpito”; este pana tampoco es, pero de ley nos sirve para conseguir firmas rápidas o un proyecto de ley en el congreso para distraer a los tontos si es que hace falta. Bajo, bajo, Padre Alberto; siempre es bueno tener de cerca a Dios… bien decía Papá; “el que peca y reza, empata”. Bajo, bajo, Paco…..Paquito! Aquí estás carajo!
Me siento algo mareado por el calor pero enfocado en lo que debo hacer, así que empiezo a correr hasta la oficina del gerente; los pasillos se me hacen más oscuros y el sudor se empieza a sentir en todo mi cuerpo, malditos hospitales públicos ¿acaso no tienen para un simple aire decente? Por fin llegué, por suerte solo son dos pisos.
Sr. Gerente, ya tengo el número! voy a hablar con el proveedor de mascarillas; le aseguro casi con total certeza que él las tiene y las puede traer hoy mismo. ¿Seguro hoy mismo? Me pregunta con total extrañeza. Por supuesto le respondo y le reafirmo que llevo mucho tiempo siendo consultor en el ámbito privado en hospitales de toda Sudamérica y USA. El ministro me mandó a ayudarlo porque sabe que puedo hacerlo rápido y podemos salvar la vida de muchos médicos; esto lo hago porque necesitamos salvar a nuestro país. Lo coordino rápido y usted mismo haga la compra para que se sienta tranquilo y podamos equipar a toda la sala de emergencias. Casi sin terminar, la vieja puerta azul que mantiene cerrada nuestra oficina se abre como en una redada policial “PUM”. Es un médico, al menos está vestido como uno, aunque grita como un vendedor de periódicos, ¿DÓNDE ESTÁN MIS MASCARILLAS INGENIERO? ¿Dónde? Lo veo moverse y gritar al gerente del hospital con una cara de desesperación que refleja su frustración y miedo a partes iguales, pero como si estuviese el botón de mute aplastado y sus movimientos como en un video en slow motion. Me cuesta concentrarme por el calor y lo pequeña que es la sala pero después de unos segundos recupero mi lucidez otra vez y por mi cabeza pasa el pensamiento: Esto es pan comido, la necesidad está clara, el problema es evidente, el cliente lo quiere ya, la plata está servidita y yo tengo a ¡Paquito!
De forma lenta giro hacia el doctor y comienzo a hacer lo que mejor se hacer: Buenas tardes doctor, entiendo lo que usted y sus compañeros están viviendo, le doy las gracias de todo corazón por su enorme valentía; Mi nombre es Nixon Guevara y quiero comentarle que justo antes de que usted entrase a la sala estábamos hablando con el Ingeniero de su urgencia y temor de que les pase algo. No se preocupe, en la tarde tiene las mascarillas, le doy mi palabra. Por favor, denme un segundo, voy a hablar con el proveedor.
Deslizo el dedo a toda velocidad sobre el celular hasta encontrar a Paco y pongo mi dedo sobre su nombre. Empieza a sonar el celular y en el segundo tono se escucha al otro lado. ¿Nixon? Si; ¿Paquito? Si. Escúchame, tenemos un requerimiento urgente. ¿Tienes mascarillas?; Pero claro, ¿qué pregunta es esa? ¿Cuáles quiere? ¿Las de la “Chiqui” o las de verdad? Esto es un drama Paco, ¿cuáles son las mejores que tienes? Tengo unas gringas buenazas, todo “TOP” Don Nixon. Bajo mi tono de voz hasta casi no poder ni oírme yo mismo; Paquito, ¿Todo TOP de verdad o no?. De verdad brother, son las precisas. ¿Cuántas tienes Paco? 10 mil en bodega y en el camión cargadas otras dos mil más. ¿A cuánto si las entregas ahora mismo? 15 dólares más IVA para los panas y le entrego en una hora. Alzo la voz y le digo en tono serio; Francisco, por favor guárdame esas mascarillas, que en el hospital Benigno XXI tenemos muchos héroes que las necesitan. Cuelgo la llamada y pongo cara de haber salvado al mundo; esa cara que siempre me asegura un contrato y al mismo tiempo le da tranquilidad al receptor del mensaje
¡Ingeniero ya las tenemos! me dicen que pueden entregar las 2 mil en una hora; Dos mil! Pero si solo necesitamos 500 como máximo Nixon. Ingeniero, si no les compra las 2 mil no le van a entregar, le digo con empatía mientras veo de reojo la cara del doctor pensando en cómo va a atacar al gerente con el bisturí. El gerente se da cuenta de lo mismo y asienta con la cabeza mientras dice “doctor, no se preocupe, en una hora las tiene”.
Nos quedamos solos con el gerente en su oficina, otra vez me siento caliente pero ahora también algo mareado. Ingeniero en una hora llegan las mascarillas ya le mandé un whatsapp al proveedor; por favor, son 35 dólares sin IVA por cada una; los recursos ya fueron transferidos, proceda con el pago cuanto antes, no necesitamos mártires en este hospital.
14 días después… Paquito abre el periódico con el siguiente titular: Don Nixon Guerra, “Salvador de los médicos del país”, muere por Covid. Subtítulo: A la gente buena, el señor los llama primero.
Una de tantas historias incompletas de una Pandemia. Historia 9/12
Autor: Miguel Viniegra
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2 Comments
Muy buena historia !!! Salvo el último párrafo es , lamentablemente , la cruda realidad en países como el nuestro.
Gracias por tu mensaje Boris. En efecto, así es la vida en nuestros países, pero algún día cambiará.